lunes, 10 de mayo de 2010

Que se Vayan Todos

El Ministro de Educación, Joaquín Lavín, ha despedido a 150 funcionarios de su ministerio. La protesta del politizado sindicato ("Colegio de Profesores") ha sido estridente. Pero el Ministerio es un monstruo burocrático que tiene alrededor de cinco mil funcionarios.
Si la política consistiera en buscar el bienestar del país, lo que el ministro Lavín debería hacer es echarlos a todos y conseguir que el Gobierno les diera a los padres de familia pobres, en forma de "vouchers" o "vales para educación", los enormes recursos que hoy destina al ministerio.
Los recursos que absorbe se han más que cuadruplicado, en términos reales, en veinte años, y la educación general no ha progresado.
Hace un par de años hice el cálculo y determiné que, con esa medida de dar los recursos a las familias, los dos millones de alumnos más pobres del país recibirían un vale equivalente a cinco veces la subvención por alumno que había en la educación particular gratuita. Nótese que los establecimientos de ésta se financian con la subvención y sus sostenedores viven de eso. Imagínese cuánto podrían mejorar esos establecimientos si la subvención se quintuplicara.
A la vez, la educación particular subvencionada actual rinde mejores resultados que la estatal (municipalizada). Luego, si esta última se transformara en la primera, daría ya por ese solo hecho un salto de calidad.
A su turno, la gestión del Ministerio actual sólo empeora el nivel educacional. Por ejemplo, fija Contenidos Mínimos Obligatorios que, si se respetaran, cubrirían todo el año lectivo y ni siquiera podrían ser cubiertos completamente. Es decir, no hay libertad educacional. Y como para entrar a las universidades hay que rendir la PSU y ésta se basa en los Contenidos Mínimos, todos los colegios deben acatar estos últimos.
Si hubiera libertad educacional real -la cual es garantizada por la Constitución, que en este aspecto, como en otros, no se cumple- cada colegio podría elegir el mejor programa de enseñanza y los mejores establecimientos conseguirían más alumnos.
Por eso es necesario suprimir la dictadura del Ministerio y dar libertad a los colegios para enseñar.
Además, deben licitarse todas las escuelas y liceos municipalizados. Probablemente los profesores se interesarían en adquirirlos. Cuando Lavín fue Alcalde de Las Condes entregó un colegio municipal a los profesores con señalado éxito.
Y de la licitación de escuelas y liceos el Estado obtendría más recursos para engrosar el "voucher" educacional de las familias más pobres.
Cada colegio confeccionaría su programa. Las familias libremente elegirían para sus hijos los mejores colegios. Los profesores se convertirían en propietarios de ellos en lugar de ser un gremio sometido a un empleador monopsonista, como es el Estado.
La educación general de los chilenos daría un gran salto adelante. La sociedad entera sería más libre, mejor educada y más culta.
Entonces, que no se vayan sólo 150: que se vayan todos.

1 comentario:

  1. ¿y cómo se garantiza una educación mínima para gente que apenas paga la escuálida matrícula de un colegio municipal?

    Su modelo suena bonito para Dinamarca, en Chile me suena a la preservación de una sociedad clasista (aún... para darle el beneficio de la duda).

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